¿Es necesario el cuerpo? La transferencia en la conducción de tratamientos por medios virtuales.




*Trabajo aceptado para su presentación en el XXXI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis FEPAL 2016 y pre congreso de OCAL.
**Disponible en Web FEPAL y Revista electrónica Transformaciones de OCAL 
Daniel Castillo Soto 

Partiendo de las circunstancias que implican cambios en el estilo de vida y de la comunicación, a causa de la tecnología y los nuevos comportamientos sociales, se cuestiona la pertinencia de la conducción de tratamientos psicoanalíticos a través de la web, específicamente mediante video llamadas, como una manera alternativa a la hora de iniciar nuevos tratamientos o de mantener los ya existentes. Se da importancia a la presencia del cuerpo de analista y paciente dentro del mismo espacio, tanto desde lo físico como desde lo simbólico, así como a la noción de campo dinámico. También se argumenta sobre la posibilidad que la instalación de la transferencia ocurra de un modo distinto cuando está mediada por lo virtual, siendo éste uno de los factores a considerar en relación a la utilización de este tipo de recursos tecnológicos. Finalmente, se considera el caso por caso individual y el criterio de cada profesional al momento de decidir el empleo de este tipo de herramientas relativamente novedosas, que implican utilidad pero también controversia por igual.

Palabras Clave: cuerpo, internet, presencia, psicoanálisis, transferencia, video llamadas.

       A medida que ha cambiado el ritmo de vida de nuestras ciudades a uno cada vez más agitado e influido por los rápidos avances de la tecnología, pareciese que las formas clásicas de comunicación entre los seres humanos se han venido modificando a todo nivel. Los espacios antes reservados para el intercambio directo, cara a cara, e importantes reuniones que no tenían cabida fuera del espacio interpersonal “en vivo”, han venido siendo sustituidos  o complementados por la presencia de lo virtual, y con ello, si bien muchas veces se han dado en mayor en cantidad o de forma más rápida, sin duda ha cambiado su cualidad, dándose estos encuentros de un modo diferente. La comunicación epistolar clásica ha sido totalmente sustituida por su versión electrónica e inmediata; una reunión poco formal para discutir aspectos diversos o simplemente conversar ya no es igual de necesaria si existe un grupo de chat. Incluso, las llamadas con el tono y la cercanía de la voz son menos frecuentes que antes.  Estas modificaciones, con sus matices positivos y negativos han venido permeando en diferentes espacios, logrando abarcar desde el más privado hasta aquellos laborales y públicos; así amistades, familia, pareja y trabajo son algunos de los elementos de la sociedad que se han visto alterados por la presencia de la virtualidad, configurándose un mundo donde todo es cada vez más inmediato pero a la vez más impersonal, aunque esté lleno de abundantes dispositivos digitales y de redes sociales.   

       Dentro de los espacios humanos de intercambio, entre lo personal y lo laboral, el psicoanálisis no escapa de ello.  Así, lo virtual puede servir como una herramienta muy provechosa para el contacto entre colegas, la difusión masiva de eventos relacionados al pensamiento psicoanalítico y en general como una vía de comunicación alternativa que permite relacionarse cuando media la distancia o es imposible la reunión interpersonal directa por una causa de fuerza mayor. Esto aplicado, por ejemplo, a un contexto académico como el de impartir un seminario o realizar una supervisión no reviste mayor problema, sin embargo, cabría preguntarse, ¿qué sucede cuando se demanda un análisis o una psicoterapia psicoanalítica a distancia haciendo uso de mecanismos virtuales? - en específico se hace referencia a las video llamadas -.  ¿Es esto una posibilidad, más allá de lo tecnológico? – donde sabemos que sin duda sería perfectamente posible por las herramientas y oportunidades cada vez mayores que brinda la internet - ¿O se trata simplemente de un intento forzado de adaptación de una situación que fue concebida para darse dentro de un funcionamiento radicalmente diferente? No cabe duda que el análisis natural y clásicamente ha sido diseñado para darse entre dos, a través de un encuentro real, que es mediado, entre otras cosas, por la presencia de los cuerpos con su consiguiente contenido simbólico, y que implica miradas, saludos e interacciones, a la vez que permite en un contexto de cercanía el transcurrir de un tratamiento a profundidad, donde es fundamental el devenir de la transferencia. ¿Es posible imaginarlo fuera de este contexto?

       Son muchas las interrogantes que pudieran formularse al respecto, no obstante, es una realidad que cada vez son más los analistas que han incorporado el nexo virtual a través de videollamada como una herramienta de trabajo útil que permite establecer o mantener un tratamiento cuando no es posible hacerlo de modo tradicional. Las causas que pudiesen determinar la necesidad y pertinencia de su uso son diversas, así como la consideración que se haga en cada situación: se pudiese estar ante una demanda de ayuda que choca con la imposibilidad del paciente a iniciar tratamiento con otro profesional, por dificultades de adaptación sociocultural, o por el deseo de mantener el vínculo del tratamiento presencial, por ejemplo, en el caso migraciones. Del mismo modo, pudiera argumentarse la recomendación directa del analista aunque éste se encuentre en una ciudad diferente, o la dificultad de quien consulta de acercarse a la oficina de su analista a causa de su propia psicopatología.  

       Aunque se convierta en una práctica de uso frecuente, existen posiciones encontradas al respecto, como quienes reniegan de toda utilidad de esta herramienta para mantener o iniciar tratamientos nuevos, o aquellos que le dan igual valor al que tendría un tratamiento convencional, pasando por quienes suelen emplearla sólo para continuar tratamientos previamente iniciados en el consultorio, o los que alternan sesiones virtuales con otras presenciales (Gallego-Díaz, 2009; Grosz, 2011; Rodríguez, 2014; Zabalza, 2014). Como fuere, debe tenerse en cuenta que la apertura a estas nuevas modalidades dentro de la terapia de corte psicoanalítico, conlleva, entre otros aspectos, el dilema ante la presencia o ausencia del cuerpo, así como las consideraciones respecto al proceso de instalación o mantenimiento de la transferencia y su comparación respecto a cómo sucedería en un tratamiento habitual.

El cuerpo y su presencia.
       En su obra, Freud mantuvo a lo largo de los años la importancia de la corporeidad mientras sostenía la evolución de sus teorías. Incluso, en un momento llega a afirmar que “el Yo es primera y fundamentalmente corporal (…) surge como diferenciación del ello en el interjuego perceptual” (Freud, 1923 p.60); así nunca desligó por completo lo inconsciente de los procesos orgánicos. Ahumada (1999), menciona que éste da a lo largo de su obra muestras del rol de fundamento del sentido al psiquismo inconsciente y en éste a lo corporal, recordando que  los elementos de base del inconsciente, las pulsiones, son corporales en su esencia, mientras que su cabalgamiento entre lo somático y lo psíquico lejos de plantear contradicción, define la corporeidad de base del psiquismo en la concepción freudiana. Debe tenerse presente que Freud se formó como médico neurólogo y que inició sus postulados sobre el psicoanálisis estudiando fuertes reacciones corporales de pacientes histéricas donde notó que la topografía del cuerpo erógeno no coincidía con los lineamientos del cuerpo anatómico, algo que posteriormente le llevaría a pensar también en la corporeidad de lo vincular. Además, impulsado por la fuerte tendencia de la época y su énfasis en mantener al psicoanálisis como una disciplina y un conocimiento válido dentro de la comunidad científica, a pesar de todas las críticas que debió enfrentar en un principio, le resultó imposible separarse totalmente de un modo de pensar médico en relación a su concepción de la mente y lo biológico.  Chiozza (1998), critica la distinción entre cuerpo físico, biológico y erógeno que siguió teniendo peso en algunos estudios sobre medicina psicosomática y hace referencia a la cualidad psíquica, a su facultad simbólica que viene dada por la capacidad de significar  y que de una u otra forma marca un continuo entre instancias. De esta forma, enfatiza que no debe tomarse en consideración cuerpo y alma como elementos diferentes que requieren de una tercera vía que les vincule, sino que por el contrario son dos formas de mirar a una misma realidad incognoscible, que cuando ignoramos su verdadero significado inconsciente percibimos como cuerpo, siendo este en sí mismo, psiquismo inconsciente.

       Si nos basamos en esto, podríamos afirmar que el psiquismo inconsciente percibido como cuerpo aparece en sesión, por la vía del hecho, por hablar sobre ello, o por la percepción que paciente y analista tienen sobre sí mismo y sobre el otro. El cuerpo aparece cuando se habla de él, pero también está presente cuando no se le nombra, pues muchas veces bastará con hacer presencia. Sin embargo, más allá de todo discurso, la presencia real y directa del cuerpo aportará una serie de elementos claves, de gran peso, que frecuentemente terminan siendo complemento del lenguaje hablado. Gestos, expresiones, movimientos y hasta la forma de sentarse en el sillón o de acostarse en el diván transmiten un mensaje.

      Son estos, elementos de gran valor que resultan asequibles fundamentalmente a través de lo presencial y cuyo significado puede llegar a tener gran peso dentro del transcurrir de una sesión. Resulta difícil imaginarse conceptualizaciones ampliamente aceptadas dentro del psicoanálisis latinoamericano como las de “campo dinámico” introducidas por Willy y Madeleine Barenger (1961-62) y nociones como espacialidad, temporalidad, así como el contacto profundo, la participación del analista y el trabajo conjunto entre ambos miembros de la dupla analítica con la importancia que cobra la transferencia y el uso de la contratransferencia (Goijman, 1999; Goldstein, 1999 ; León 2009) fuera de la atmósfera de una sesión dada en el mismo recinto. Esto no porque algunas no pudiesen existir a través de la web, sino porque las circunstancias y observaciones que inspiraron el concepto de campo dinámico y su posterior estudio y desarrollo desde la clínica a la teoría, probablemente serían muy diferentes si se aplicaran o se estudiaran desde un contexto tan distinto como el virtual.

Cuerpo, transferencia y  proceso.
        Lo antes argumentado sostiene la importancia de la presencia del cuerpo dentro del espacio de la sesión, cuerpo que cobra mayor peso con la significación simbólica que le da cada miembro de la pareja analítica,  pues es la representación del otro con quien se trabaja, y que toma un sentido dentro del espacio creado por ambos. Desde el analista, la presencia de su analizando representa, entre otras cosas, la presencia del otro comprometido con su proceso de auto descubrimiento profundo, pero que muchas veces demanda una compañía y una presencia cercana y contenedora. Para su contraparte, la presencia de su analista implica una escucha comprensiva, sin juicios, la existencia de un otro que está dispuesto a entenderle y acompañarle en su transitar por los propios caminos de su vida anímica.

       Siendo así, ¿es entonces indispensable la presencia física de ambos en el mismo espacio para que se instale la transferencia y discurra como tal el proceso analítico? No del todo. El cuerpo del analista como receptor y depositario de la transferencia de su paciente lo será en la medida en el que este trascienda su cualidad únicamente física y se instale como representante simbólico de las características que le sean atribuidas.  Esto permite que la transferencia se dé no solamente en un trabajo mediado por la presencia real de  paciente y analista sino que también podría instalarse a través de lo virtual y los medios electrónicos. Por ende, así como se instalaría la transferencia habría la lectura e interpretación de ésta, así como su respuesta contratransferencial.

       Sin embargo, en el caso de aquellos tratamientos que son iniciados totalmente desde lo virtual, sin que medien encuentros personales, es probable que la transferencia tarde más en instalarse o lo haga de un modo diferente. Pudiera pensarse que el encuentro a través de la internet es más frio e impersonal que un encuentro presencial, algo que pudiese ralentizar el proceso, haciendo que la confianza y la apertura necesaria que permite a quien consulta mostrarse libremente, tarde un poco más. No obstante, en los casos de tratamientos iniciados en presencia y donde la transferencia ya se ha establecido, la necesidad de continuar vía web debido a circunstancias de fuerza mayor, puede llevar al mantenimiento del vínculo previamente creado y permite a ambas partes continuar el análisis que se venía dando. Una vez superada la modificación de encuadre, se podrán continuar los encuentros de un modo fluido y aunque es posible que la nueva forma de trabajo perdure, a veces estos encuentros por vía virtual tienen un carácter temporal (ante un viaje o una situación de salud que impida al paciente asistir al consultorio), mientras que otras veces marcan el principio de la terminación del análisis ante la adaptación forzada por migraciones u otras circunstancias que implican un proceso de ajuste mayor que se termina completando a los pocos meses.

       Por último, no debe dejarse de lado el problema de la profundización; es sabido que no existe una ecuación lineal donde análisis sea igual a diván o que su uso necesariamente implique un trabajo mayor, pero en parte es lo que se procura, además de fomentar la regresión transferencial y permitirle al paciente una mayor asociación libre para así ir pudiendo captar algunos destellos del inconsciente. Al trabajar por vía virtual es algo que de entrada se pierde y lejos de fomentar una revisión más profunda, a veces el relato puede verse interrumpido por ligeros fallos técnicos, o la caída de la videollamada, lo cual en lugar de ayudarle a asociar le trae de inmediato a lo consciente, a lo actual, y a la necesidad de resolver este problema para poder continuar trabajando, dándose así un vaivén que en una sesión tradicional, normalmente no existiría.

Consideraciones finales.
       Debe tenerse en cuenta la validez de las videollamadas como una herramienta de trabajo útil que en algunas circunstancias puede ayudar a  continuar procesos que de otro modo estarían condenados a su extinción. Es una alternativa que no necesariamente implica una adaptación forzada del contexto analítico fuera de su entorno natural. Sin embargo, dada la presencia de modificaciones inobjetables, es probable que resulte de mayor utilidad y que el devenir de la transferencia resulte menos afectado en aquellos casos en los cuales ya exista una historia de encuentros presenciales y donde la modalidad de trabajo sea más parecida a una psicoterapia psicoanalítica que a un psicoanálisis propiamente dicho.  Es una cuestión de casuística, donde cada profesional deberá valorar la pertinencia del método y las necesidades y características de su paciente, tal como ocurre con la frecuencia de las sesiones, o el empleo o no del diván, sin dejar guiarse por una indicación o creencia estricta sobre la utilización o no de esta variante técnica tan peculiar no exenta de controversias. 

Referencias.


Ahumada, J. (1999). Cuerpo Significación y Lenguaje. En Ahumada, J. (1999) (Ed.) Descubrimientos y refutaciones: la lógica de la indagación psicoanalítica. Madrid: Biblioteca Nueva. 


Baranger, M. y Baranger, W. (1961-62). La situación analítica como campo dinámico. Revista Uruguaya de Psicoanálisis. 4, (1). (pp. 3- 54)


Chioza, L. (1998). La concepción psicoanalítica del cuerpo ¿Psicosomática o directamente psicoanálisis? Acheronta, 8. 


Freud, S. (1923). El yo y el Ello. Obras completas, Vol . 19. Buenos Aires: Amorrortu, 1976.


Gallego-Díaz, S. (6 de abril de 2009). Psicoanálisis, del diván a la Red. El País. Recuperado de: http://elpais.com/diario/2009/04/06/sociedad/1238968807_850215.html


Goijman, L. (1999). Importancia de la concepción de campo analítico y su interacción en un proceso. En. Kancyper, L. (1999). Volviendo a pensar con Willy y Madeleine Barenger. Nuevos desarrollos. Buenos Aires: Lumen.


Goldstein, N. (1999). El campo dinámico psicoanalítico, una mirada retrospectiva. En. Kancyper, L. (1999). Volviendo a pensar con Willy y Madeleine Barenger. Nuevos desarrollos. Buenos Aires: Lumen. 


Grosz, P. (2011). Sobre las ventajas clínicas y prácticas del Psicoanálisis vía Internet. [Entrada de Blog]. Recuperado de: http://interpretacionline.blogspot.com/2011/08/sobre-las-ventajas-clinicas-y-practicas.html


León, B. (2009). Introducción al trabajo de Madeleine y Willy Baranger: la situación analítica como campo dinámico. Revista Uruguaya de Psicoanálisis, 108. (pp. 198- 222).


Rodríguez, S. (21 de agosto de 2014). Psicoanálisis on line. Página 12. Recuperado de: http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-253406-2014-08-21.html


Zabalza, S. (2014). ¿Se juega la transferencia por Skype? El Sigma. Recuperado de: http://www.elsigma.com/columnas/se-juega-la-transferencia-por-skype/12672


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