2024 y después. La pregunta por la vigencia del psicoanálisis y los malestares contemporáneos


Trabajo presentado en el XII Congreso de la Asociación Psicoanalítica del Uruguay. Montevideo,  31 de Agosto de 2024.

Hace ya varios años, leía en un medio argentino una noticia que se titulaba “¿Adiós al diván?” la cual daba cuenta de cómo en el vecino país, donde Buenos Aires ha sido reconocida como una ciudad en la cual el psicoanálisis ha tenido un profundo arraigo e influencia, no sólo a nivel de la salud mental sino incluso cultural,  era creciente el número de personas que habían optado por tratamientos alternativos y que independientemente del nombre que recibieran tenían algunos factores en común: trabajos focalizados y menos costosos, que decían no producir dolor alguno y que llevaban implícita la oferta de soluciones aparentemente rápidas y efectivas. Recetas de un menú express, que responden a una demanda de inmediatez y que, partiendo de una línea directiva, de guía, como en el caso del Coaching, ofrecen un producto atractivo a un mercado demandante, ávido de consumo de soluciones mágicas, como si de preparar comida rápida se tratara. Sería ingenuo pensar que la situación en nuestro medio local tan cercano fuese muy distinta.

Esto se escribió, sin embargo, varios años antes de la pandemia por Covid-19, lo cual permite imaginar que con la masificación del uso de la tecnología para los tratamientos a distancia y la utilización masiva de redes sociales, esta tendencia debe haber sido propensa a incrementarse, sobre todo en las generaciones más jóvenes.

El sujeto contemporáneo, aunque sigue siendo un ser sufriente, se maneja en un mundo muy distinto a cuando nuestra disciplina fue concebida y a las épocas de masificación del psicoanálisis en nuestra cultura latinoamericana. La urgencia por la comunicación rápida, la poca tolerancia a la espera y la influencia, ya no de los medios de comunicación, sino del ámbito infinito del internet, traen como consecuencia una menor predisposición de los pacientes a pensarse. Tal vez cada vez más los jóvenes quieren ir a terapia, pero a su vez, es común que rehúyan de una frecuencia mayor a aquella de una vez por semana.  De nuestra parte ofrecemos tratamientos sostenidos a largo plazo y a profundidad que ayuden a la persona a comprender su propio malestar y hacerse partícipes de su propia vida y de sus padecimientos, pero esto no es posible hacerlo rápido y sin entrar en honduras. Por otra parte, afuera la tendencia es cada vez más a un consumo masivo de información con una lectura muy sucinta y un amplio contenido audiovisual, que además debe ser dinámico y transmitir un mensaje corto, pero al mismo tiempo, lo suficientemente impactante para generar el efecto deseado, sobre todo a nivel de marketing.

Aún en este mundo, procuramos generar cambios profundos y duraderos con los mismos métodos a los que venimos acostumbrados a trabajar y con los cuales nos hemos formado. ¿Se trata de una posición ética de no claudicar ante la vorágine de lo “insta”(ntáneo)? ¿O más bien hablará de una dificultad para poder manejarnos ante los modos de funcionamiento contemporáneos? ¿Cómo responde el psicoanálisis ante tantos cambios y cómo puede mantenerse vigente sin que esto implique una pérdida de su esencia?

Estas preocupaciones tocan tanto a la teoría como a la técnica. Mientras, por ejemplo, en el seno de nuestras instituciones continuamos debatiendo la pertinencia o no del teleanálisis como un recurso válido incluso para la formación de nuevos psicoanalistas, fuera de nuestro campo existen aplicaciones, ya no de redes sociales ni de búsqueda de citas inmediatas, sino otras que te permiten registrarte y elegir un terapeuta que previamente ha cargado un perfil y ha subido un video a una plataforma para presentarse ante potenciales pacientes… y esto sin mencionar los sistemas cada vez más avanzados de procesamiento de lenguaje a través de inteligencia artificial, a los que no sería extraño ver en breve ofreciendo diagnósticos e incluso intentando desempeñar una labor parecida a la que ejercemos sin que faltaran usuarios dispuestos a probarlo.

¿Podemos pensar las neurosis de la misma forma que varias décadas atrás? ¿Los modos de relación de nuestros analizandos con quienes le rodean y consigo mismos siguen siendo iguales? ¿Las ansiedades se manifiestan de la misma forma? ¿Qué papel juega el narcisismo en nuestra clínica hoy?

Se ha señalado que en los últimos cincuenta años, la humanidad ha tenido avances más rápidos en su desarrollo tecnológico que a lo largo de siglos anteriores. También, que el psicoanálisis por su naturaleza toma tiempo para aceptar y procesar cambios y modificaciones. Quizá nos encontramos ante el reto de pensar cómo sostener nuestra disciplina vigente y abierta al futuro, aún en el mundo de hoy.

Referencias:

 

Korman, V. (2024). La sociedad actual y el sujeto psíquico contemporáneo.  Material no publicado.

Reina, L. (25 de marzo de 2017). ¿Adiós al diván? La Nación. https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/adios-al-divan-nid1998124/

 

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