2024 y después. La pregunta por la vigencia del psicoanálisis y los malestares contemporáneos
Esto se escribió, sin embargo, varios años antes de la pandemia por
Covid-19, lo cual permite imaginar que con la masificación del uso de la
tecnología para los tratamientos a distancia y la utilización masiva de redes
sociales, esta tendencia debe haber sido propensa a incrementarse, sobre todo
en las generaciones más jóvenes.
El sujeto contemporáneo, aunque sigue siendo un ser sufriente, se maneja
en un mundo muy distinto a cuando nuestra disciplina fue concebida y a las
épocas de masificación del psicoanálisis en nuestra cultura latinoamericana. La
urgencia por la comunicación rápida, la poca tolerancia a la espera y la
influencia, ya no de los medios de comunicación, sino del ámbito infinito del
internet, traen como consecuencia una menor predisposición de los pacientes a
pensarse. Tal vez cada vez más los jóvenes quieren ir a terapia, pero a su vez,
es común que rehúyan de una frecuencia mayor a aquella de una vez por semana. De nuestra parte ofrecemos tratamientos
sostenidos a largo plazo y a profundidad que ayuden a la persona a comprender
su propio malestar y hacerse partícipes de su propia vida y de sus padecimientos,
pero esto no es posible hacerlo rápido y sin entrar en honduras. Por otra
parte, afuera la tendencia es cada vez más a un consumo masivo de información
con una lectura muy sucinta y un amplio contenido audiovisual, que además debe
ser dinámico y transmitir un mensaje corto, pero al mismo tiempo, lo
suficientemente impactante para generar el efecto deseado, sobre todo a nivel
de marketing.
Aún en este mundo, procuramos generar cambios profundos y duraderos con
los mismos métodos a los que venimos acostumbrados a trabajar y con los cuales
nos hemos formado. ¿Se trata de una posición ética de no claudicar ante la
vorágine de lo “insta”(ntáneo)? ¿O más bien hablará de una dificultad para
poder manejarnos ante los modos de funcionamiento contemporáneos? ¿Cómo
responde el psicoanálisis ante tantos cambios y cómo puede mantenerse vigente
sin que esto implique una pérdida de su esencia?
Estas preocupaciones tocan tanto a la teoría como a la técnica. Mientras,
por ejemplo, en el seno de nuestras instituciones continuamos debatiendo la
pertinencia o no del teleanálisis como un recurso válido incluso para la
formación de nuevos psicoanalistas, fuera de nuestro campo existen
aplicaciones, ya no de redes sociales ni de búsqueda de citas inmediatas, sino
otras que te permiten registrarte y elegir un terapeuta que previamente ha
cargado un perfil y ha subido un video a una plataforma para presentarse ante
potenciales pacientes… y esto sin mencionar los sistemas cada vez más avanzados
de procesamiento de lenguaje a través de inteligencia artificial, a los que no
sería extraño ver en breve ofreciendo diagnósticos e incluso intentando
desempeñar una labor parecida a la que ejercemos sin que faltaran usuarios
dispuestos a probarlo.
¿Podemos pensar las neurosis de la misma forma que varias décadas atrás?
¿Los modos de relación de nuestros analizandos con quienes le rodean y consigo
mismos siguen siendo iguales? ¿Las ansiedades se manifiestan de la misma forma?
¿Qué papel juega el narcisismo en nuestra clínica hoy?
Se ha señalado que en los últimos cincuenta años, la humanidad ha tenido avances más rápidos en su desarrollo tecnológico que a lo largo de siglos anteriores. También, que el psicoanálisis por su naturaleza toma tiempo para aceptar y procesar cambios y modificaciones. Quizá nos encontramos ante el reto de pensar cómo sostener nuestra disciplina vigente y abierta al futuro, aún en el mundo de hoy.
Referencias:
Korman, V. (2024). La sociedad actual y el
sujeto psíquico contemporáneo. Material no publicado.
Reina, L. (25 de marzo de 2017). ¿Adiós al diván? La
Nación. https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/adios-al-divan-nid1998124/
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