La interpretación de los sueños en el proceso terapéutico.




Lic. Rosabel Rojas.
 Psicología Clínica UCV. 
Diplomado de Psicoterapia Psicoanalítica de la Sociedad Psicoanalítica de Caracas
"Cualquiera que despierto se comportase como lo hiciera en sueños, sería tomado por loco" 
Sigmund Freud.

I.  Sobre el sueño, su formación y contenidos.

       El trabajo con los sueños ha sido por años un tema discutido y muy llamativo para la mayoría de los analistas y terapeutas con orientación dinámica. La pregunta seria ¿Por qué es tan importante realizar énfasis en este tema? Para dar respuesta a esta interrogante comenzaremos por revisar los inicios de esta práctica.

       Ya desde sus Estudios sobre la Histeria, en la llamada prehistoria psicoanalítica, Freud había considerado la importancia de los sueños en la expresión de algunos contenidos ocultos. Sin embargo, no es sino hasta 1900, en su publicación La interpretación de los sueños, donde Freud realiza un estudio a mayor profundidad sobre este tema y comenta que “le había sido revelado el secreto de los sueños”, esto en relación al sueño propio sobre la joven Irma que se incluye en dicho material (Freud, 1900). A partir de allí cobrará importancia la técnica aplicada en el análisis del proceso onírico, por su capacidad de revelar los efectos del inconsciente y la importancia que tendría para el proceso analítico. No es casual que sea precisamente este texto de 1900 que de alguna manera de pie o inaugure la etapa propiamente dicha del ejercicio del psicoanálisis tal como han referido múltiples autores y al que el propio Freud se refirió en su momento como su obra más importante. Años más tarde, en Fragmento de análisis sobre un caso de histeria (Freud, 1905)  los sueños de Dora sobre su padre y el Sr. K formarán parte fundamental del estudio y las conjeturas sobre este caso tan difundido.

       Para Freud la interpretación de los sueños es un punto clave para el inicio de la psicología profunda o psicoanálisis, ya que para éste es una de las vías claves para poder acceder al inconsciente de una persona. Como se ha mencionado, este descubrimiento ocurre a través de su autoanálisis y el análisis de sueños de sus pacientes, lo cual le permite tener la certeza de que se encuentra ante un gran hallazgo. Freud expresa que los sueños poseen la misma estructura interna que los síntomas neuróticos, es decir que los mismos al inicio pueden aparecer como extraños o carentes de algún sentido lógico, no obstante con una técnica similar a la asociación libre, puede llegarse del contenido manifiesto a lo latente, es decir, a lo que realmente se expresa en el sueño y que se encuentra oculto y/o disfrazado (Gisbert, 1988).

       Dentro del sueño existen diversos elementos que forman parte del saber del soñante, los cuales operan como algo desconocido e inaccesible para él mismo; por ello, es necesario una técnica específica para poder acceder y conocer el contenido real de éste. Entonces como expresa Freud (1919) en su séptima conferencia, la técnica para la interpretación de los sueños se basa en hacer que emerjan los contenidos ocultos del sueño, a través de la asociación libre de cada uno de los elementos que se presentan en el mismo; entendiendo que el contenido manifiesto en sí, también lleva consigo un pequeño fragmento del contenido latente.

       Es importante acotar que lo manifiesto se refiere a todo aquello que se encuentra dentro del ámbito de lo consciente, bien sea el relato del sueño o aquellas representaciones sustitutivas que surgen a través de las asociaciones realizadas. Por su parte, lo latente es aquello que es difícil de acceder para el soñante, aquello que proviene del inconsciente, y representa la expresión de contenidos que permanecían fuera de la conciencia, pudiendo tratarse de construcciones asociadas a la angustia, de cumplimiento de deseo o la expresión de un conflicto. Lo latente es difícil de reconocer, ya que se encuentra sometido a un proceso de desfiguración, producto de la censura, el cual a su vez se asocia con el Yo moral.

       Entonces se podría decir que el sueño posee una característica similar al la formación del síntoma neurótico, ya que representa el producto final del compromiso que se establece entre dos partes que se encuentran en conflicto, donde por un lado esta el deseo reprimido que busca satisfacerse o realizarse y por el otro la instancia censuradora. Por lo que dicho conflicto encuentra una resolución al producirse el sueño manifiesto, el cual representa en algunas ocasiones “un cumplimiento disfrazado de un deseo reprimido” como expresa Gisbert (1988), el cual menciona que es la definición clásica freudiana sobre el sueño.

       Así mismo, podemos observar cómo el síntoma y el sueño funcionan como vías de acceso para el trabajo con el inconsciente de las personas, ya que como expresa Prengler (1999), ambos son la expresión del retorno de los deseos reprimidos, siendo el síntoma parte de un proceso patológico, mientras que el sueño se rige por el proceso inconsciente en el ámbito de la normalidad, es decir entraría dentro de lo descrito por Freud como los procesos propios de la vida cotidiana, pero que a diferencia de los lapsus, o los actos fallidos no son percibidos por el sujeto como un error.

      Del mismo modo, Lander (2012) comenta que los sueños son una producción de la actividad mental inconsciente del soñante, los cuales permiten conocer aquello que esta ocurriendo fuera del área de la conciencia de la persona. Entonces se puede decir que el sueño funciona como una especie de comunicador, que informa sobre la vida psíquica de la persona, sobre sus deseos, pero también sobre sus miedos, y sobre aquellos momentos que a lo largo de la vida del sujeto han dejado huellas.

       Ahora bien, es importante destacar que el proceso de conocer y descifrar aquello que va del contenido manifiesto al latente del sueño, se denomina “trabajo del sueño”, y ha permitido a su vez, estudiar con mayor profundidad cuáles son los procesos inconscientes y cómo funcionan (Laplanche y  Pontalis, 1967).

       Dentro de los estudios del sueño y del inconsciente se logra entender que durante el dormir, la barrera de la represión se debilita, debido a la falta de motilidad, lo que permite que aquellos deseos o impulsos de cierta intensidad puedan traspasar dicha barrera represiva y logren acceder a la conciencia del individuo, no obstante dichos deseos o impulsos no se muestran en su forma pura, sino que se encuentran disfrazados o desfigurados.

       Entonces el estudio del trabajo del sueño permitió conocer que durante el dormir las motivaciones reprimidas o inconscientes que poseen cierta intensidad son el verdadero motor de la producción del sueño. Sin embargo, aunque la intensidad de la energía dependerá de las representaciones o pensamientos que han sido ignorados por la persona a causa de la represión, estas representaciones no actúan solas, puesto que en su intento de desfiguración, se acompañan de pensamientos preconscientes o de los llamados restos diurnos, los cuales poseen cierta afinidad con las representaciones o pensamientos inconscientes, y que sirven de vehículo para acceder a la consciencia, ayudando a proporcionar gran parte de los contenidos visuales y acústicos que se encuentran durante la producción del sueño (Laplanche y  Pontalis, 1967).

       Otro de los descubrimientos de Freud dentro del estudio del trabajo del sueño es que el pensamiento inconsciente se rige por el proceso primario, el cual posee características diferentes al proceso secundario, que se rige por el razonamiento consciente y por las leyes de la lógica. Estas formulaciones equivaldrían a los dos principios del acaecer psíquico planteados posteriormente por Freud (1911), el principio del placer y el principio de realidad. Así, el proceso primario, propio del inconsciente, se caracteriza por ser atemporal y su contenido no se restringe a moldes rígidos, éste actúa de forma libre, buscando la realización del placer que es restringido por los procesos conscientes y voluntarios. Cabe destacar que dentro del proceso primario existen dos mecanismos fundamentales los cuales son la condensación y el desplazamiento, los cuales se presentan no sólo en el sueño, sino en otros síntomas, ya que son propios del proceso inconsciente (Gisbert, 1988).

        Se entiende por condensación al mecanismo que consiste en que una palabra, idea o imagen determinada, caracterice a una serie de representaciones que tienen elementos en común. En cambio al hablar de desplazamiento se hace referencia al mecanismo en el cual una representación que posee un alto grado de intensidad se traslade o mude a otra con menor grado de intensidad pero que posee elementos en común. Todo esto permite la desfiguración del sueño, el disfraz de algo aparentemente peligroso para la conciencia en algo inofensivo, lo cual hace posible su manifestación en el contenido onírico a la vez que pasa casi desapercibido.

        Lo anteriormente explicado, se une con las características que Meliá (1999), resume sobre el inconsciente. En primer lugar, expresa que el inconsciente se encuentra, en parte, constituido por deseos reprimidos infantiles, que se quedan fijados en la persona; dichos contenidos son representaciones de las pulsiones, los cuales se organizan bajo la lógica del proceso primario. El inconsciente opera bajo el principio del placer, es decir los deseos siempre buscan la vía de satisfacerse. Así mismo, el inconsciente es atemporal y sus contenidos no entran en contradicción, aún cuando hay contenidos que pueden presentarse juntos. Por último menciona que dentro de la segunda tópica freudiana, el inconsciente deja de ser una instancia particular, ya que pasa a ser un adjetivo que califica al Ello, a parte del Yo y del Superyó.

       Vale la pena agregar que posteriormente con los aportes de Melanie Klein y su teoría sobre las relaciones objetales, el contenido latente del sueño pasó a poder entenderse  no sólo como la expresión de la lucha entre el deseo y la prohibición, sino que también sus elementos pudieron ser considerados como aspectos, partes u objetos internos de la mente del soñante o incluso de terceros significativos (Lander, 2012).

       Debe agregarse, que en ocasiones el proceso de desfiguración del sueño no tiene lugar con la misma intensidad, esto por el contenido aparentemente inofensivo de los mismos, casos en los cuales podemos ver sueños muy directos o de realización de deseo. Por el contrario, hay oportunidades en las que el trabajo del sueño no resulta exitoso, son situaciones en los cuales la distorsión y el disfraz del deseo relacionado con el conflicto inconsciente no es suficiente y algunos contenidos prohibidos surgen demasiado claros. Si las emociones movilizadas por estos contenidos son demasiado fuertes para el soñante, resulta en el contenido manifiesto una inundación emocional que lleva a un despertar abrupto, dando lugar a las pesadillas (Lander, 2014).

II. Sobre la técnica del análisis de sueños.

       El análisis de sueños, en psicoterapia psicoanalítica, al igual que en psicoanálisis implica un valioso material que el propio paciente lleva para tratar de mostrar un poco más de sí y permitir a su par analítico indagaciones a mayor profundidad sobre su vida, lo que le ocurre en ese momento o incluso sobre el devenir de la transferencia. 

       Como se dijo en “La interpretación de los sueños” de manera magistral, Freud presenta las bases que fundamentan el análisis de los sueños y también nos refiere el método a utilizar. La finalidad de las indicaciones, que expuso y defendió en el citado escrito no es otra que vencer la instancia crítica en función de la libre asociación y así permitir que se desplieguen una serie de contenidos que en forma de red o nudos asociativos revelaran una información que poco tiene que ver con la narrativa original del sueño (Gaggero, 2012).  Siguiendo la técnica propuesta por Freud, en primer lugar, es importante que el paciente sea capaz de relatar con el mayor detalle posible el contenido manifiesto del sueño tal como tuvo lugar. Esta recapitulación de contenidos, muchas veces resulta inexacta o puede estar llena de algunas lagunas o dudas sobre el material, por ello, algunos pacientes prefieren anotar con el mayor detalle posible sus sueños tal como los recuerdan al despertarse, no obstante no es una exigencia propia del proceso terapéutico sino elección de la misma persona que intenta tomar con la mayor exactitud los restos de su propia elaboración onírica.  Debe tenerse en consideración que esto no exime el relato de algunas elaboraciones secundarias, es decir, de contenidos que desde el consciente se introducen para tratar de completar lagunas o darle sentido a partes inespecíficas del recuerdo.

       A la vez que escuchamos en atención flotante, intentamos recordar con la mayor exactitud, pudiendo remarcar o hacer énfasis en determinados elementos. Una vez relatado el sueño,  podemos repasar con el paciente su relato o pedirle que sea narrado por segunda vez con la finalidad de descubrir imprecisiones en su discurso o elementos de mayor peso dentro del mismo, además de asegurarnos con mayor precisión de sus contenidos (Lander 2012).  A partir de allí podemos solicitar al paciente una serie de asociaciones libres sobre determinados fragmentos del sueño y sus contenidos, y tratar de ir descifrando junto con éste las posibles significaciones inconscientes de cada uno de dichos elementos hasta lograr darle un sentido, que al igual que cualquier otra interpretación se realizará a manera de hipótesis, sin tratar de imponer una verdad. No debe descuidarse la sensación emocional que impregna cada parte del relato, ya que será útil para poder hacer las conexiones correspondientes.


       Aunque no es común en una práctica psicoterapéutica orientada en un psicoanálisis clásico, es importante destacar que desde la corriente lacaniana, o en el caso de analistas que han incorporado parte de estas enseñanzas, se le da peso a los denominados “significantes” dentro del sueño, los cuales tendrán peso en el análisis del mismo, considerando su valor discursivo y el peso que pueden tener determinadas palabras, frases o incluso sílabas dentro de la cadena asociativa.  Así, desde esta línea de enseñanza, se menciona que “para poder trabajar sobre el relato de un sueño, hay que partir de la estructura del lenguaje y del discurso del analizante, a fin de localizar los elementos significantes que forman parte de una lógica a desentrañar”. (Picasso, 2012. p.71).  

III. Consideraciones finales.

       Tomando en cuenta lo descrito anteriormente, es importante destacar la importancia del trabajo de los sueños incluso dentro del espacio de la psicoterapia psicoanalítica, ya que brinda gran cantidad de información sobre la persona que se encuentra frente a cada uno de nosotros. Coderch (1987), expresa que el espacio de la psicoterapia psicoanalítica no debe ocuparse para realizar el trabajo de la interpretación de los sueños, a pesar de que se debe realizar la comprensión psicoanalítica para uno mismo. No obstante, me encuentro en desacuerdo con dicho autor, ya que el sueño en la mayoría de las ocasiones puede servir como movilizador de elementos que son difíciles de traer por el paciente en estado consciente, puesto que el sueño ayuda a que se pongan sobre la mesa elementos importantes dentro del proceso terapéutico que de otra manera no serían fácilmente accesibles y que a través de su interpretación se estimulen nuevas cadenas asociativas.

       Por último me gustaría culminar este breve trabajo con una frase de Prengler (1999), donde expresa  de forma muy resumida qué es aquello que constantemente buscamos con el trabajo de los sueños: “el sueño revela una serie de imágenes visuales y sonoras en movimiento, como una película que da cuenta de una secuencia de emociones, sensaciones y vivencias con una historia que contar”.

IV. Referencias Bibliográficas.

Coderch, J. (1987). Teoría y técnica de la terapia psicoanalítica. Editorial Herder. Barcelona, España.
Freud, S. (1900). La interpretación de los sueños. Obras Completas Vol. 4. Buenos Aires: Amorrortu, 1976.
Freud, S. (1905). Fragmento de un análisis de un caso de histeria. Obras Completas Vol. 7. Buenos Aires: Amorrortu, 1976.
Freud, S. (1911). Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico. Obras Completas Vol.12 (pp. 217 -232). Buenos Aires: Amorrortu, 1976.
Freud, S. (1919). Conferencia de introducción al psicoanálisis. 7ma conferencia. Contenido manifiesto del sueño y pensamientos oníricos latentes. Obras Completas Vol. 15. (pp. 103-114). Buenos Aires: Amorrortu, 1976.
Gaggero, R. (2012). Las Maravillas de Carolina. En Gaggero y Cols (2012). Via Reggia. Sueños a la letra en clínica psicoanalítica (pp. 101-114).  Buenos Aires: Letra Viva.
Gisbert, A. (1988). Psicoanálisis, itinerario de una ciencia. Editorial Disinlimed. Caracas, Venezuela.
Lander, R. (2012). Manual de psicoterapia psicoanalítica. Editorial Psicoanalítica. Caracas, Venezuela.
Lander, R. (2014). Experiencia subjetiva y lógica del otro. Editorial Psicoanalítica. Caracas, Venezuela.
Laplanche, J. y Pontalis J. (1967). Diccionario de Psicoanálisis (pp. 438-439). Buenos Aires: Paidós, 2012.
Meliá, J. (1999). Sueños y proceso analítico. Trópicos. Síntomas y sueños. 2, (2). (pp. 89-147).
Picasso, D. (2012). Letras. En Gaggero y Cols (2012). Via Reggia. Sueños a la letra en clínica psicoanalítica (pp.71 - 80).  Buenos Aires: Letra Viva.
Prengler, A. (1999). El síntoma, la otra vía regia. Trópicos. Síntomas y sueños. 2, (2). (pp. 148-155).

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