Nadando entre dificultades: el ejercicio de la práctica clínica en la Venezuela actual.
Recientemente en el 30º Congreso Fepal, se discutía sobre las realidades y ficciones del ejercicio clínico del Psicoanálisis durante los últimos 40 años, hermanando las realidades de Venezuela y la Argentina. Tuve el placer de acompañar en su ponencia al Dr. Valedón, de la Sociedad Psicoanalítica de Caracas (SPC), y comprtir algunas ideas del ejercicio actual de la psicoterapia psicoanalítica en el país que tenemos hoy por hoy, con sus realidades, ficciones y también con sus dificultades.
Para ejercer
la psicoterapia psicoanalítica y poder formarse en el área, se requiere - casi
siempre - ser psicólogo clínico o médico psiquiatra, sin embargo, aunque al
final se confluye en un mismo camino y una realidad similar, hablaré desde mi
experiencia como psicólogo, principalmente. En Venezuela existen nueve (9)
universidades que imparten Psicología, de las cuales hay tres (3) en Caracas (
UCV, UCAB y UNIMET) y seis (6) en el resto del país: UBA (Maracay), Arturo
Michelena (Valencia), Yacambú y UCLA (Barquisimeto), LUZ y URU (Maracaibo); de ese
total, sólo hay 2 universidades públicas (UCV y LUZ), y el resto son
instituciones privadas. Psicología es en la actualidad una de las carreras más
demandadas a nivel nacional, aunque se tiene la particularidad que en casi
todas de las universidades mencionadas el egresado tiene un perfil de
<psicólogo integral>, existiendo únicamente en la UCV la opción de
escoger menciones, de las cuales una de ella: Psicología Clínica Dinámica,
brinda desde 7mo semestre una formación bastante importante en los preceptos
del Psicoanálisis pero también en la evaluación psicológica de caracter
dinámico. Al menos en Caracas, existe también un importante contenido
psicoanalítico en la forma en cómo se imparte la carrera en la UNIMET, pero con
sus variaciones dado que del universo de profesores, hay un importante grupo de
tendencia lacaniana, por lo que no todo es psicoanálisis clásico, pero hay una
divulgación importante de conocimientos en el área.
Por
supuesto, esto no quiere decir que en el resto de las universidades, fuera de
los mosaicos y murales de Clínica Dinámica en la UCV y la modernísima - y
costosísima- UNIMET no exista la intención de enseñar el Psicoanálisis o
de conocer los preceptos de Freud y sus múltiples sucesores, pero lo cierto es
que no existe una tendencia tan marcada como en las dos casas de estudios
mencionadas.
Anualmente, son muchos los egresados en psicología a nivel nacional; de ellos
una parte importante se dedicará a la clínica, mientras que el resto pasará a
trabajar como psicólogo industrial, psicólogo escolar, asesor psicológico, o
psicólogo social. Dentro de la diversidad de la psicología, la clínica también
es diversa, por lo que algunos preferiran una línea cognitivo conductual,
mientras que entonces es un grupo, ya no tan numeroso de psicólogos el que se
dedicará al estudio de la psicología psicodinámica y el Psicoanálisis,
ampliamente diverso también, estamos hablando quizás de un 20% ó 30%, pero debe
tenerse en cuenta que esto no quiere decir que necesariamente ejerzan la
psicoterapia psicoanalítica.
Para el
egresado hay diversas opciones, aunque cabe destacar que las oportunidades para
conseguir trabajo clínico en el país no son muchas; éstas, cuando llegan,
vienen muchas veces de instituciones sin fines de lucro, fundaciones, y
escasamente de clínicas u hospitales, tener un trabajo de este tipo es ya un
lujo, que no por los honorarios o el sueldo a percibir, sino por el provecho
que se le puede sacar en cuanto al aprendizaje a tener y por la rareza que
representan. La mayoría de las opciones de trabajo para el psicólogo
llegan desde el área industrial y luego de instituciones educativas, donde
también se puede hacer clínica, mayoritariamente con niños y adolescentes, pero
ya con un enfoque que dependerá más de la voluntad del profesional y de
convenir acuerdos con la institución, que del propio colegio en si.
Ante este
panorama, muchos de los que quieren hacer trabajo clínico, es decir, atender
pacientes y tratar de tener ingresos económicos por ello, optan por abrir su
consulta privada. La verdad es que empezar no es fácil y hay que combinar este
trabajo con algún otro empleo más estable, para poder tener ingresos relativamente
decentes (lo que de por si es toda una utopía en este país con el poder
adquisitivo tan devaluado). Ciertamente, lo mejor para empezar es poder tener
uno o dos turnos bajo alquiler mientras poco a poco, con mucha suerte y empeño
comienzan a llegar personas que con el tiempo, algunos se convertirán en
pacientes y otros abandorán, algunas veces por la poca experticia del terapeuta
y los errores técnicos que no son infrecuentes, pero también otras tantas ante
el desconocimiento general de una psicoterapia y la esperanza utópica de que en
una o dos sesiones de 45-50 minutos, que no pasan de ser entrevistas
preeliminares, se resolverán problemas de vida que probablemente llevan años
mortificando al paciente o candidato a serlo. Freud nos enseñó de muchas
cosas, pero de la varita mágica, nada...
En este
punto muchos de los que se inician en el arduo camino de la psicoterapia se
pueden frustrar, se pueden decepcionar: quizás llama y va poca gente, las
referencias hechas por colegas no siempre llegan, mientras que otros querrán
pagar honorarios reducidos, por lo que a lo mejor la consulta no alcanzará para
mucho... pero todo comienzo es difícil y ante el empeño y la constancia el
tiempo da sus recompensas. Este tiempo también da para que el que recién se
inicia pueda saber si realmente le gusta atender pacientes y si se ve como
terapeuta por toda una vida. Lo cierto es que para atender pacientes y lidiar
con transferencias masivas, eroticas, resistencias de todo tipo y con cada
cosa imprevista que pueda surgir, además de buen ojo clínico, supervisiones y
aprendizaje teórico hay que tener una paciencia... llega cada <caso> que
puede terminar siendo realmente agotador. ¿Cuántos pacientes no son un síntoma
en si mismos?
Para iniciar
y mantenerse será necesario el análisis personal, las supervisiones al menos a
nivel grupal, puesto que no es fácil cancelar supervisiones individuales
regulares cuando se está iniciando y el soporte teórico constante: leer mucho,
estudiar, nutrirse, aprender algo más cada día. Esto que muchas veces ha sido
llamado el <trípode> para el ejercicio clínico.
Afortunadamente, ambas agrupaciones psicoanalíticas que funcionan en nuestro
país como componentes de Fepal y la IPA, ASOVEP y la Sociedad Psicoanalítica de
Caracas, brindan cursos y diplomados en psicoterapia psicoanalítica tanto en
adultos como en niños y adolescentes, que ayudan enormemente a la formación del
que comienza su consulta o quiere profundizar en aspectos clínicos, tanto desde
la teoría, como desde la aproximación a la práctica que brindan las
presentaciones y supervisiones de caso grupales o individuales. Dentro de
la diversidad del Psicoanálisis también existe una interesantísima oferta
académica desde la perspectiva lacaniana (donde está el Foro del Campo
Lacaniano y la Nueva Escuela Lacaniana - formada por la Asociación de
Psicoanalísis AP y Asociacion Caraqueña de Psicoanális ACP-) y también en
<psicología profunda>, a través del Centro de Estudios Junguianos, sin
tener necesariamente que formarse como analistas, lo cual implicará mucha mayor decisión y compromiso, siendo una decisión de vida. Los médicos psiquiatras interesados en el Psicoanálisis
podrán también enriquecer sus conocimientos clínicos de postgrado de un modo
similar, aunque algunas escuelas abren la posibilidad de impartir sus
conocimientos en psicoterapia a otras profesiones.
Tomando en
cuenta esto, y considerando que existen ofertas académicas para formarse no
sólo en el área clínica, cuyos postgrados siguen estando llenos año tras año -
al menos los de psicología-, sino también para conocer y hasta formar
parte del Psicoanálisis, la problemática principal, a mi entender se centra en
las dificultades que impone el país para el propio ejercicio clínico. Si bien
es cierto que a diferencia de otros paises en épocas de dictaduras y
totalitarismo, en Venezuela el Psicoanálisis no ha sido perseguido ni tocado
directamente, también lo es el hecho que la misma situación-país constituye un
reto para éste y para la psicoterapia psicoanalítica.
El terapeuta
o analista vive en un contexto hostil, donde el día a día impone mucho más una
dinámica de preservación, de conservar la propia vida , que cuestionarse sobre
la misma existencia; no obstante esto no implica que dejen de llegar a consulta
casos comunes de neurosis, problemas en la relación de pareja, duelos,
depresiones, entre otras múltiples problemáticas. Lo que si considero cada vez
más dificil en los pacientes de hoy en día es pasar del síntoma clínico al
síntoma analítico con la realidad que se impone fuera del consultorio, es como
si la crisis le robara espacio a la reflexión. Es así como el paciente puede
pasar largo rato de la sesión quejándose del creciente precio del dólar, del
alto costo de la vida, de la inseguridad o del desabastecimiento de productos
básicos, sin que necesariamente sea una resistencia ¿cómo le interpreta uno a
un paciente que es una resistencia para no hablar más de sus propios
conflictos, cuando es cada día una parte más importante de su realidad, que
termina siendo el disparador para que afloren tantas angustias?
He visto
también, como un hecho curioso, que salvo contados casos donde ha habido
exposición directa o indirecta a hechos de violencia política y/o criminalidad,
el paciente rara vez llega hablando de la situación-país, sino que por el
contrario es algo que surge con el tiempo como parte del día a día... es la
crónica del problema cotidiano... y aunque parecen consultar por cualquier otra
cosa, en cualquier momento aparece <el tema>. Otra dificultad cada
vez en mayor auge lo representa la fuerte ola migratoria que vivimos... son
cada vez más los venezolanos que se van del país, y lamentablemente es el
profesional calificado quien ha decidido marcharse, toda una generación de
jóvenes al rededor de los 20-30 años que han hecho sus maletas para pasar
migración en Maiquetía y no volver hasta nuevo aviso... con ellos, se va por
una parte la generación de relevo productivo del país, y por otra también un
sinfin de potenciales pacientes que pudiesen pagar honorarios adecuados, sin
contar la nueva modalidad de "citas a distancia" a través de
Skype que se ha tenido que hacer cada vez con mayor frecuencia, o también
los terapeutas y analistas, a veces hasta Didactas, que deciden marcharse
porque aún siendo muy docto y psicoanalista la realidad afecta a todos por
igual .
Para el que
se queda, ya sea por convicción o porque irse tampoco es nada fácil, no suele
ser tan posible como en otros años asistir dos, tres o cuatro veces por semana
al consultorio, por la dificil situación económica que obliga a renegociar los
honorarios o tener que conformarse con frecuencias más bajas, casi siempre de
una o dos veces por semana (cuando mucho), que por supuesto no permiten un
avance tan rápido ni una profundización al nivel que se quisiera.
Todo esto,
por supuesto configura un panorama complicado para el ejercicio clínico, ante
lo cual, nadando entre dificultades se buscan maneras variopintas de adaptarse
a la situación de manera de poder trabajar lo mejor posible, dentro de un
encuadre determinado y con un enfoque analítico a pesar de las dificultades:
menos sesiones por semana, no considerar la realidad externa como resistencias
de represión y hasta adaptar el tipo de intervenciones - ser flexible-,
consultas telefónicas o por Skype, ajuste mucho más frecuente de honorarios que
hay que explicar a los pacientes... en fin...
Más allá de
todo eso, el estudio del Psicoanálisis sigue siendo una especie de oasis dentro
del caos circundante, hay interés dentro de los jóvenes terapeutas, hay
candidatos en los institutos y las jornadas que se realizan con frecuencia en
las Sociedades y Asociaciones psicoanalíticas se llenan exitosamente, además
que el ejercicio de la psicoterapia sigue teniendo mucha cabida, siendo muy
útil y provechoso para el paciente y también una profesión muy digna a la cual
dedicarse.
El futuro,
como siempre, es incierto y a pesar que existe un importante número de
profesionales en formación como psicólogos y también como psiquiatras, la
posibilidad que se puedan dedicar en un mediano o largo plazo al ejercicio de
la psicoterapia psicoanalítica en su tierra (o al menos intentarlo) y ¿por qué
no? a realizar una formación dentro del Psicoanálisis en lugrar de migrar o
escojer otras áreas de trabajo, también dependerá del futuro del país, así como
también el tipo de trabajo que pueda llegar a hacerse dentro del consultorio,
más clínico, o más analítico, dependiendo qué tan bombardeada esté la psique
del paciente de la ingrata realidad externa... Mientras tanto, creo y espero,
se seguirán sorteando las dificultades de la actualidad, intentando hacer el
trabajo lo mejor posible, porque el país, los pacientes pero también el
ejercicio de nuestra profesión así lo merecen... no es una tarea fácil, pero
estoy seguro que vale la pena.
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